Ya se que no os había dicho nada, ni que estábamos planeando un viaje, ni que ya lo teníamos... Algunas lo sabíais por otros medios, pero la verdad es que no he querido decir nada porque se oyen tantas cosas de que nunca tienes que dar datos de cuando estás y cuando no en casa, que pensé que tenía su lógica y lo iba a aplicar. Pero como ahora ya hemos vuelto... Os toca el tostón de la historieta!!!.
Por donde empezar... Por los olores, los colores, el clima, la gente... la verdad es que a mi me ha encantado. Por todo y por nada. Llegamos el viernes 7 cerca de las 12 de la noche, vamos, casi el día 8. Ni siquiera pasamos por la ciudad, directamente nos llevaron a nuestro hotel (Ryad Mogador Agdal). Una cenita ligera y a la cama! Al día siguiente, después de desayunar un m'semmen, algo parecido a un crep, y algo más, cogimos el minibus del hotel y fuimos a la Medina.
La primera impresión... CAOS!!!! imaginaos una calle ancha de cualquier ciudad, con las aceras un poco hechas polvo, con coches en doble fila y por el asfalto circulando de todo. Si, de todo: coches, motos (con hasta cuatro ocupantes, uno de ellos un bebé de pocos meses, y otras cargadas de docenas de huevos), bicis, calesas, y hasta un carro tirado por un burro. Pitos, gritos y gente atravesando por cualquier sitio porque prácticamente no hay semáforos. Y el conductor del minibús sin contemplaciones. Que tengo que ir a la derecha y estoy en el carril de más a la izquierda... y qué? yo tiro!!!. Ayyyyyssss!!!!! Al final, en menos de 10 minutos llegamos a la plaza Jemaa El Fna. Una de las plazas con más vida que he visto nunca,y eso que aquí tenemos la Plaza Catalunya, que siempre tiene gente, pero aquella... es enorme. Por la mañana puedes encontrar aguadores, encantadores de serpientes, con las serpientes por el suelo y una ardilla correteando entre ellas, músicos, carros llenos de naranjas en los que hacen un zumo delicioso...Y gente, mirando, comprando, paseando, "turisteando".
Evidentemente lo primero fue ponerme la serpiente en el cuello, pero era tan diminuta que parecía de juguete.
Se que muchas pensaréis que estoy como una cabra, pero es que a mi sí me gustan las serpientes!!!.
Después les toco el turno a Gorka y Alberto con unos "músicos".
Os podési imaginar lo que vino después... las propinas! Es otra de las cosas que más gracia tiene. Como era el primer día y acabábamos de cambiar los euros por Dirhams, todo lo llevábamos en billetes y no era cuestión de excedernos, más cuando los dichosos "músicos" nos dijeron: Regalo! regalo! y al decirles que no teníamos dinero repetían: Regalo! regalo!, pero evidentemente, en cuanto hicimos la foto, pusieron la mano... Pero si no tenemos!!!! Pen, madame!, Pen!, Un boli???? pues nada a buscar bolis por el bolso. Encontré un Bic y se lo di a uno de ellos y a la vez mi suegra encontró uno de publicidad de la clínica veterinaria donde trabaja y se lo dio a otro. Jajajaja, el del Bic fue corriendo a darle el boli a mi suegra porque él quería uno como el de su compañero!!!!! jajajajaja, al final se quedó con el que le habíamos dado porque no encontramos otro, pero como un niño pequeño, medio enfurruñado.
El resto de la mañana estuvimos "pateando" la medina y los zocos. Todos los vendedores te llaman, te hacen ofertas, te ofrecen te... y llamaban al niño, le tocaban la cabeza y en cuanto nos descuidábamos le daban besos.
Comimos en la plaza Ferblantiers, el primer cous-cous y tahine, y esos panes planitos que están tan ricos.
Ya lo veis, sin platos y casi sin cubiertos. Pero claro, allí comen con las manos, mejor dicho, con la mano derecha.
La verdad es que para ser la primera comida marroquí estuvo muy bien, aunque empezamos a darnos cuenta de que la mayoría de los platos están aliñados con las mismas especias, con lo que llega un momento que todo sabe a lo mismo.
Después de callejear un ratito más decidimos ir al hotel a descansar, poner las ideas en orden y ir a la piscina, unos a tomar el sol y otros a bañarse.
El domingo fuimos a ver La Koutoubia. Este es el minarete de la mezquita, dentro no entramos pero os puedo enseñar algo más de los alrededores:
Fué una mañana intensa porque queríamos ir al barrio de Gueliz, que es el barrio francés de la ciudad y donde hay "pasta gansa" y nos perdimos. Menos mal que la gente es muy, muy amable y después de un par de horas a pleno sol e indicaciones, conseguimos llegar. Es un barrio moderno, con pisos "de categoria" y tiendas de marca, además del Mc Donalds y alguna pizzeria. Acabamos agotados en el hotel a la hora de comer. Siesta, y por la noche cena-espectaculo en Chez Ali. Es una turistada pero si vais a Marrakech os la recomiendo. Cenamos en un tipo Haima, comida típica de ellos:
Una sopa, que más tarde descubrí que lleva una harina que ellos llaman harira, un asado de cordero, que para nuestro gusto estaba demasiado hecho, y un buen bol de cous cous. Por cierto los chicos de la foto son dos griegos que se sentaron en la misma mesa que nosotros y se lo pasaron pipa con Gorka. Mientras cenamos fueron pasando diferentes grupos de folclore marroquí, y después de la cena salimos a fuera y vimos un espectaculo de caballos y una bailarina arabe... lo mejor... el susto que se dio mi suegra cuando dispararon unas escopetas que llevaban! (jejeje)
El lunes fuimos a contratar la excursión al desierto, y por la noche a la plaza Jemaa de nuevo, esta vez para verla en otro de sus "momentos". Si de dia me había parecido genial, de noche... de noche es una maravilla.
Para que vayais viendo el cambio...
Los de rojo son aguadores. Llevan un odre lleno de agua y colgados unos cuantos vasos de latón. El que tiene sed se acerca, le dan el vaso con agua, reciben la propina y a buscar al siguiente que vaya a usar el mismo vaso!.
Ponen todo de puestos de comida, muy bien organizados y numerados, con sus bancos y mesas, donde por muy poco dinero puedes cenar a su manera, con ellos y muy, muy bien si no eres demasiado escrupuloso. Os recomiendo el puesto 31 para comer unas salchichas, brochetas y sobretodo, higado. Hasta mi marido que no le va demasiado, dijo que estaba espectacular.
Ya veis que hambre no pasamos...
Al día siguiente nos levantamos muy emocionados porque nos íbamos al desierto. La emoción duró hasta que nos cansamos de las curvas, Gorka echo el desayuno y los demás estábamos hasta las mismísimas. Tengo que reconocer que el paisaje bien merece un viaje así. Sabíamos que atravesar la cordillera del Atlas no iba a ser fácil y luego nos enteramos de que el chófer, para hacernos más espectacular el viaje, había cogido una pista por la que no circula prácticamente nadie y donde las vistas eran... Además fue una buena manera de ver realmente como viven por aquella zona. Los niños iban haciendo autostop para que los llevaran al colegio porque la mayoria de las veces lo tenían bastante lejos de casa, las mujeres iban dobladas debajo del peso de la leña que llevaban en la espalda, y los hombres... los hombres estaban tomando te, tumbados esperando que llegara algún turista para venderles artesanía, fósiles o cualquier otra cosa, o arreglando algún que otro tejado ayudados por niños.
Menos mal que después de comer sólo fueron un par de horas más y bastante recto, y que la recompensa estaba a punto de llegar.
Jejeje.
Mis chicos en el dromedario, y el atardecer de camino al desierto. Estuvimos dos horas subidos en el "bichito", no es que sea demasiado cómodo, pero lo pasamos bien y fue un ratito "mágico". Yo iba pensando en la cantidad de estrellas que iba a ver por la noche pero empezó a salir la luna y resultó que estaba llena. En un principio pensé que últimamente, cada vez que quiero ver lluvia de estrellas o alguna cosa así tenemos la luna llena y no consigo ver nada y que otra vez estábamos en lo mismo. Pero poco a poco fue anocheciendo y la luna cada vez brillaba más. Sólo había arena, montañas a la derecha y lucecitas de algún pueblo muy lejos a la izquierda, la luna y los pasos de los dromedarios. Que bucólico! Pero también había la cháchara de Gorka con su padre y el guía que de vez en cuando se giraba y decía : Good?... Very good!!! jajaja
Después del maravilloso paseo, cenamos en una haima y tuvimos espectáculo bereber, en el que participó Gorka, como no!
Y vamos al amanecer...
Estuve toda la noche despertándome. Pensando que no me podía perder el amanecer. Que seguro que no nos llamaría nadie y que no iba a ver ese espectáculo de la naturaleza. Pero nada más lejos de la realidad. Sobre las 5:30 de la mañana la gente empezó a levantarse. Había unos italianos con niños que anduvieron entre las diferentes haimas hablando en un tono tirando a elevado. Así que nos levantamos y nos fuímos para la duna más alta que había. Nos costó un pco subirla, pero desde allí se veía todo precioso.
Éste es el m'semmen del que os hablaba antes... éste con mermelada de fresa... Tengo que buscar urgentemente la receta!!!!
Después de este peazo desayuno, carretera y manta de nuevo!
Brrrrrrrrrrrrrr!!! Otra vez las dichosas curvitas!!!
Aunque las vistas eran inmejorables...
El último día lo dedicamos a comprar. Especias, babuchas, chilabas, un plato precioso... todo regateando y riendo. Disfrutando de nuestras últimas horas en territorio marroquí.
Evidentemente, la cena no podía ser en otro sitio que en la plaza. Esta vez en el puesto 14, que es de pescado y en el que también cenamos muy a gusto.
Ahhhh! y como no, yo me traje nuevo look de Marrakech!!!!
Otro viaje más que tenemos para recordar. Ha sido una experiencia inolvidable, nada que ver con la de Punta Cana del año pasado. Esta vez mi sensación es que ha sido más auténtico, hemos estado en contacto permanente con la gente de allí y no sólo con los del hotel. Los vendedores te invitan a te y charlan sobre la crisis española, el trabajo o juegan con el niño que los tenía encandilados y no fue hasta el final que no supimos que era por el pelo. Porque ellos lo tienen "tieso" y Gorka lo tiene tan lacio que tenían que tocárselo.
Os lo recomiendo. Se que a mucha gente no le tira ir para la cultura árabe, para nosotros era la primera vez y os aseguro que, a poco que podamos, no será la última.