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lunes, 2 de mayo de 2011

SEMANA SANTA 2011

Esta Semana Santa estuvimos otra vez por el País Vasco. Antes de Navidad, un día, haciendo una barbacoa con los amigos salió la conversación de que podíamos hacer un viajecito con los peques. Hablando, hablando, al final se decidieron por el País Vasco, que ninguno lo había visto y nosotros podíamos "hacerles de guías".
Me puse manos a la obra en febrero y después de buscar y rebuscar casa, me quedé con la primera que había visto, Ontxene, que me había enamorado. Fue todo un acierto porque la casa es preciosa, las vistas maravillosas e Irune, la propietaria, un sol. Si vais por aquella zona os la recomiendo.

Una vez tuvimos la reserva hecha, mi trabajo fue el de preparar un itinerario y sobretodo, preocuparme de donde comer. Evidentemente la tarea era facilísima. Después de estar el verano pasado por allá teníamos claro que íbamos a repetir los restaurantes y las tapas...

En el último momento decidimos salir un día antes, así que pudimos ver algo más, pero sobre la marcha y como pasábamos por Olite, no lo dudamos y entramos a ver su castillo.

 La lástima fue que íbamos con un lesionado (Sergio, te podía haber caído el radiador en otro momento) y como iba con muletas no pudimos entrar a verlo por dentro. Eso nos queda como asignatura pendiente.

Dimos una vuelta por Pamplona, les enseñé parte del recorrido del encierro y aprovechamos para tapear lo justo antes de ir a comer a la "Venta de Ultzama". Otra vez todo un acierto. Salieron contentísimos con el chuletón que se habían comido y los niños alucinaban mientras le daban de comer a un ciervo.

Por fin llegamos a la casa y nos maravillamos con su buena decoración sus habitaciones enormes y acogedoras y todas las explicaciones que nos dio Irune.

Al día siguiente fue día de pintxos. Os dejo el que más triunfo. Era algo así como: "Huevo poché trufado sobre nido de cebolla confitada en caldo de ave con su foie". Como no en "Gran Sol" de Hondarribia.
 Después de pasar todo el día de tapas por Hondarribia, San Sebastián y Getaria, volvíamos a la casa cansados pero con la tripa llena y contentos de como había ido el día.

El sábado nos tocaba quedarnos por la zona de la reserva de Urdaibai. Creo que no les decepcionó. Mª Ángeles y yo cogimos a nuestros niños y nos fuimos a pasear por Santa Catalina, le dimos de comer a un caballo que acabó asustándose con los gritos de Gorka y los niños jugaron en los columpios que hay allí. Como ha cambiado desde que yo iba!!!
Aprovechamos para hacerles fotos a los peques en el puerto.


Después de Mundaka fuimos a comer al "Baserri Maitea", y que os voy a decir, podría repetir muchísimas veces. Me encanta y si no me equivoco, también les gusto mucho a los demás. Estas son algunas de las delicatessen que comimos.

Milhojas de morcilla con salsa de piquillo (ya la comimos en verano, pero está tan buenaaaa)

Ensalada de Taco de pulpo a la brasa sobre crema de verduras y vinagreta de choriceros 


Lomo de ciervo con hongos y foie y salsa de Jerez

Brocheta de frutas naturales a la brasa con Irlandés de tiramisú


Podría poneros más fotos de lo que comimos, pero lo mejor es que vayáis y probéis la maravillosa cocina del Baserri y sobretodo disfrutéis de el encanto del restaurante.

Y aunque os parezca mentira, después de semejante comilona, nos fuimos al bosque de Oma. Nada más y nada menos que 3 km montaña arriba para verlo y luego otros 3 para bajar hasta el coche. Eso con 3 niños de cuatro años y una niña que no llega a los 2... Toda una proeza! Eso si, a los niños tuve que ir entreteniéndolos contándoles historias del bosque encantado, haciendo pócimas para que al día siguiente cuando se despertaran fueran niños muy, muy buenos, y buscando botones encantados (vamos las bolitas de los eucaliptos), que como eran mágicos olían bien. Los pobres acabaron rendidos, pero les encantó!


Y poco más.
Si tengo que quedarme con algo del viaje, a parte de la buena comida, claro está, me quedo con las noches entre amigos hablando de todo un poco y solucionando el mundo entre risas, orujo de hierbas y algún que otro llanto de niño soñando.

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